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Madrugada [Yaoi +18] [One Shot], [Duskshipping: Dennis x Yuuri]

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Blossom
view post Posted on 17/6/2015, 01:25     +1   -1




Sé que el foro está medio muerto, pero no estaba muy segura de dónde publicar esto que escribí. El fandom de Arc V en español no es muy activo y, bueno, no le veo el problema.
Dennis Macfield x Yuuri [Contraparte de Yuuya de la dimensión fusión] Es uno de mis OTP's, y necesitaba escribir algo de ellos (?).
Un poco de Lime.

Madrugada




Echándose los rizos hacia atrás Dennis por primera vez detesta el patrón de su cabello. Los mechones se le acomodan con más fiereza en la frente y no mira, entre los pasillos ridículamente angostos de la Academia, que va justo a donde no quiere ir.
Se siente fresco por los vientos del mar que penetran en forma de frío los cristales gruesos del edificio. Cree que pegándose a la ventana podría congelarse y que el cabello se le pondría más tieso y más rebelde, por lo que se arrincona en la pared y la alfombra, heladas también, para no enfriarse tanto.
Está asustado, está incómodo y todavía está borracho, aunque lo suficientemente consciente para saber lo que quiere y lo que no. Dennis tiene miedo de ver a Yuuri.
Sabe desde un principio que no debió haber ido a la fiesta en los dormitorios abandonados, sabe que están prohibidas esas reuniones, y sobre todo, que está satanizado el alcohol y todas y cada una de las diversiones de los adolescentes. Él sabía que a Yuuri no lo invitaban a esas fiestas, ya fuera por su actitud demasiado cínica, nefasta y narcisista, que a su vez podía variar a una antipática y aburrida, o por el favoritismo que le tenía el Profesor y la recíproca fidelidad de Yuuri por él.
Dennis sabía, también, qué tan frustrado se ponía Yuuri cada vez que uno o más grupos de alumnos se reunían y no lo invitaban. Su compañero apretaba los dientes después de lanzar puñetazos uno a uno contra la pared de su cuarto, se daba vueltas en la cama, empujando la cara contra la almohada y gritando. Dennis era un espectador silencioso. Yuuri sentía una justificada frustración, porque era de los mejores elementos de la Academia, tan engreído de su título, que todos le sacaban la vuelta y lo desprestigiaban. Él respondía igual, él ganaba al final, pero estaba solo, rojo del coraje y la envidia, con Dennis escuchándolo, angustiado.
Dennis había visto, como muchas veces, su berrinche después de las clases desde su propia cama cuando rechazaba las invitaciones para hacerle compañía a Yuuri, pero esa vez no le había dicho que no iría, aunque iba implícito: desde que se quedaba con él a escucharlo, se había convertido en una promesa no dicha, o bien, en una amenaza. A Dennis le convenía ser amigo de Yuuri, o al menos alguien que no odiara. Sabía que obtendría beneficios, Yuuri sabía, también, que esa relación era un interés y él estaba bien con eso, porque de todos modos él tenía el control, podía manipular a Dennis como se le antojara.
Se habían acostumbrado a eso, más la figura arrogante que el aprovechado. Dennis a veces no podía distinguir si Yuuri lo usaba para descargar lo único que no podía dejar que vieran los demás, tanto así sus debilidades como deseos, o si lo hacía auténticamente porque confiaba en Dennis. La confusión le causaba constantes ataques de ansiedad por las noches, al principio lo había aceptado como un quehacer más, pero cada vez estaba más inmiscuido en las emociones explosivas e impredecibles del prodigio que se sentía parte de sus problemas. Llegaba a creer que era su obligación proteger a Yuuri, pero ni él mismo podía protegerse de su carácter.
Yuuri era demasiado cruel en los entrenamientos, en los duelos. Jugaba, él auténticamente jugaba con todos. Como sus muñecos, como sus perros. Por eso nadie quería meterse con él. Pero podía ser amable con Dennis, de él no se burlaba demasiado.
Entonces, despertaba con algún objeto punzocortante clavado al costado, y con Yuuri excitado por ver su cara en pánico, confundido. Yuuri era demasiado impredecible.
Pero Dennis lo había traicionado esa noche. Él prefería que Yuuri gritara y odiara solo que a tener que escucharlo una noche más, estaba cansado de esas bombas energéticas de puro desprecio. Se sentía enfermo con su compañero de cuarto. Todas las noches tenía el estómago revuelto de agobio, y esa noche en particular, vomitaría si tenía que escucharlo.
Así que se fue y se lo dijo. Yuuri lo miró tieso, increíblemente no había ninguna mueca salvo la impresión.
Dennis se arrepentía.
Con miedo, se talla los ojos, cada vez más cerca de su habitación. La fiesta había terminado unas horas antes, pero se quedó dormido en unos arbustos hasta que entró a los corredores. Siendo las cuatro, todavía tiene tiempo para bañarse y vestirse para las clases. No ve a nadie en los pasillos, pero tiene la misma ansiedad con la que se fue, y cree que Yuuri lo espera.
Yuuri no lo reportaría porque Dennis es lo único que tiene como confidente, como alguien con quien caminar en los pasillos y con quien desayunar. Yuuri, por más odioso, respetaba los riesgos que los demás tomaban sin meter su nariz. El muchacho, al final, era sólo un patán, pero no un desgraciado.
Pero el miedo es justificado. Dennis teme no conocer realmente a Yuuri y equivocarse, y que por el deseo de venganza, le haga algo peor que delatarlo.
Comérselo.
Miedo de ser comido, aunque siendo imposible. Yuuri no era así de desagradable, pero Dennis aún cree en esa posibilidad. Teme que lo atormente más de lo que ya lo hace, teme de las consecuencias.
No aprieta el picaporte y sólo deja caer suave la mano para ver si se abre. Siente que está sudando debajo de los rizos y de la palma de las manos. Es un sudor fresco contrarrestado por la brisa de la marea. Es el calor sofocante que emana Yuuri dentro de la habitación. Dennis regresa a su jaula, dándole la espalda a la libertad que anhela pero que no puede tener.
Quiere creer que no necesita volver, que nunca dejarán de ser las cuatro y cuarto y que puede pensar en excusas, pero siempre pensaría en su compañero, en sus ojos de asombro e indignación, y en esa sonrisa que usa cuando está dolido, pero cuando va a comer.
Se le acelera el corazón y suda gotas gruesas cuando empuja la puerta, cuando la puerta hace sólo silencio, como si no se abriera, como si no estuviera ahí. Explota.
Dennis mira a Yuuri sentado en la cama, recién despierto con la intención de volver a acostarse. No es odio, no es estrés, Yuuri se despega los ojos cuando se talla con la mano y revisa el celular para ver la hora y apagar la alarma en vibrador.
Se ve pequeño, se ve accesible. Dennis explota. Se lleva otra vez los rizos para atrás con zancadas largas hasta la cama de Yuuri y se hinca. El somnoliento arquea una ceja y se cubre la boca para bostezar y dar un sonido entre agudo y grave.
“Apestas” Yuuri hace una mueca y se pega al costado, en la pared, mirando a Dennis en la orilla de su cama hincado.
“Lo siento mucho” chilla Dennis con las manos en la cara. El pelo lo tiene encima de ellas, pero ya no le importa.
“Iba a bañarme pero lo ocupas más tú. Apúrate, pero no te quedes dormido. Si te acabas el agua caliente no te voy a—“
“De verdad lo siento, Yuuri, no debí ir. Perdóname. Debí quedarme, yo—“
Yuuri, con otra mueca, gira los ojos y gruñe.
“Haces mucho drama. ¿Estás borracho? Qué asco. Date un baño rápido. Quiero desayunar antes de—“ Dennis levanta la cabeza con los ojos hinchados. Está llorando y Yuuri se hace para atrás, espantado “Mierda, en serio estás borracho”.
“¡Yuuri!”
“¿Qué quieres? Mira, no me causes problemas y duérmete. Duérmete y muérete, ahí, en tu cama. No vayas a clase porque con esa cara el supervisor dirá algo y yo no voy a—“
“¡Te estoy diciendo que lo siento!”
“Macfield, deja de interrumpirme cuando hablo” gruñe frunciendo la frente. Ve a Dennis quebrarse más cuando se sorbe la nariz pero sólo se ahoga en un llanto. Yuuri mira para todos lados porque no sabe qué hacer. “Ya te escuché, pero no sé porqué te disculpas. Deja de joder, por favor”.
Yuuri nunca se había escuchado tan más empático, Dennis seguía encogiéndose.
“Oh, vamos” Yuuri se acerca al de los rizos con una cara de repulsión. Ve su cabello tieso y que está sudando. Lo toca con paciencia en la espalda, usando sólo la palma de la mano y un suspiro resignado. “¿Crees que me importa? ¿A quién le importa lo que hagas? Si te metes en problemas no voy a responder por ti, pero tampoco voy a hundirte. Ya cállate. Está bien”
Dennis no lo escucha pero se arrastra en la cama hasta las piernas de Yuuri después de un momento. Se aferra y las siente tensas, que están a punto de patearlo aunque estén enredadas entre las sábanas. No se atreve a ver a Su compañero todavía. Se acurruca, se hunde y solloza.
Estático, Yuuri lo toma de los hombros cuando reacciona. Lo levanta y ve al muchacho que lo dejó. Le sonríe, le da una sonrisa particular, suave, porque realmente lo quiere.
Dennis está estupefacto, perdido en los ojos que lo desnudan.
“Está bien, Dennis”.
Duda de la veracidad de las cosas, duda de la mueca de Yuuri. Oculta, cansada y dolida, no termina de creer en los ojos que buscan apaciguar su angustia y la propia. Ve una cara de Yuuri que ya había sospechado que existía, pero que se escondía en los arrebatos de furia, de cinismo y crueldad.
Yuuri al final era como todos, débil.
Los labios los tiene sueltos, tiernos con naturalidad. Nadie piensa en ello, porque se imaginan la boca de una serpiente: escamosa, efímera y venenosa. Los labios de la serpiente terminan siendo ligeros y adictivos, que se aferran a la boca de Dennis con un único masaje que es breve y no tan precipitado. Dennis quiere un beso más profundo, pero teme que la disposición de Yuuri por besarlo se desvanezca por la característica volatilidad de él. Así disfruta la que podría ser, su única oportunidad de ser comido.
La alerta por su traición se desvanece, y aunque le preocupa dar una impresión indiferente o incoherente de sus propios lamentos, sabe que está lo suficiente crudo y medio ebrio para poder equivocarse. Se sube en la cama y acomoda las rodillas a los lados del bulto que es Yuuri y sigue besándolo. Dennis siente las manos que le acarician el cuello con un toque enganchante. No sabe si el alcohol lo vuelve más sensible, pero sospecha que sí. La mano, las manos, se bajan en sus hombros y suben otra vez por el cuello y la nuca. Yuuri le aprieta la boca con los labios antes de despegarse, dejándose recostar bajo Dennis, que lo seguía tan cerca como un imán, embobado.
Mira que gira los ojos y su indiferencia por el beso. Yuuri pone los brazos a los costados de su cara, como esperando a que Dennis se quite de encima.
“Tienes un sabor asqueroso. ¿Vomitaste?”
A Dennis no le causa ni una gracia el comentario, pero tampoco se lo toma personal, sabe que quiere sacarlo de sus casillas. No cede, sólo se indigna. Teme que juegue con él a ser una rata, pero siente más coraje de que juegue con esos sentimientos.
Dennis confronta la cara burlesca de Yuuri con seriedad.
“En serio me das asco” sigue Yuuri con una sonrisa que enseña los dientes y se los chupa. La lengua se la pasa por ellos y por las encías y siente el indiscutible sabor a alcohol. “No me mires así, Macfield” se ríe y se recarga en los codos. Sube el pecho y la cabeza para pegarse al cuerpo inclinado de Dennis que tiene encima todavía, que lo ve severo. Desvergonzado, lo olfatea desde la boca hasta el cuello y la oreja y le ronronea. Parece que va a susurrarle algo pero sólo sopla paulatinamente en su lóbulo. Dennis, resistente, no se inmuta. “Parece que te revolcaste con un cadáver o con algún animal”.
Puede sentir todavía la sonrisa, puede sentir todavía esas manos que se resbalan en la chaqueta sudorosa entre el contraste del frío exterior y el calor de la habitación (y el calor que provoca Yuuri). Dennis busca el cuello del cínico a tientas, le resbala un respiro a la piel tibia y que empieza a desnudar a tirones. No se siente ebrio pero tampoco cuerdo, tampoco lo siente real. Escucha ese ronroneo y como le menea las caderas bajo las sábanas justo contra la pelvis. Yuuri le gime en la oreja, Yuuri lo tiene donde quiere.
Dennis da un quejido que apenas lo libera. Siente demasiado calor y los pantalones ajustados. Con un hombro descubierto, Dennis muerde la clavícula expuesta de Yuuri, que se estremese y se ríe. Eso sólo incita el coraje del más grande, que ya no aguanta los juegos ridículos de él. No. Está harto y enojado.
Lo tira contra la cama, donde a pesar de haber una distancia corta, lo hace con presión y arrebato. Ve los ojos violetas sorprendidos y una mueca, que reacciona más como un reflejo y no como verdadero dolor.
“No me revolqué con ningún animal” escupe las palabras mientras pelea contra las manos de Yuuri que lo quieren alejar. Las aprieta de las muñecas y las pone sobre su cabeza. Mete entre el bulto de las sabanas, entre los muslos de Yuuri, su pierna y presiona. “Pero ahora mismo voy a tirarme a uno” amenaza.
Sin darse la oportunidad de reprochar, los labios de alcohol lo someten en un beso fuerte. Dennis no tuvo la menor consideración y le había mordido con los dientes el labio inferior. Exaltándose cuando la lengua se mete y le exige la suya, con la pierna presionándole el sexo y los brazos sometidos, se arquea, riéndose imposiblemente y empieza a respirar pesado.
No existe un rechazo en el beso y las caderas vuelven a moverse. Dennis lo suelta y se quita el chaleco, lanzándolo al piso. Yuuri descansa agitado del beso y se siente ensalivado, cosa que realmente no le molesta. Se siente sensual así.
Dennis no alcanza a quitarse la camisa porque prefiere quitársela al que tiene por debajo. Cooperando muy poco, le saca la pijama y ve el torso desnudo de su compañero.
Ya no aguanta la erección.
Yuuri es increíblemente delgado y pálido, de piel de seda y lisa. Las manos ajenas lo invitan a tocarlo, desvergonzado, y Dennis no rechaza la invitación. Se asegura de hacer un camino largo pero breve, sólo por cortesía porque no quiere durar mucho ahí. Empieza con la izquierda desde su cuello y lo resbala en el pecho, le presiona el pezón y siente las piernas que se contraen debajo de él. Puede sentirlo, puede verlo. Dennis sigue bajando y mete la mano en la sábana y confronta la erección de su compañero.
Yuuri estaba desnudo desde antes de la cintura para abajo.
Dennis siente que va a vomitar. Su estómago, su miembro y su mente lo sofocan con un sentimiento cruelmente asimilado.
Y las muecas de Yuuri. El rubor, el permiso de dejarse tocar, la mano que aprieta la de Dennis para que lo masturbe más rápido, más cerca, y que se corre hasta su propio pantalón que desabotona y acaricia por encima.
Dennis lo ama. Lo ama en serio y no puede soportarlo, ni a ese sentimiento ni a Yuuri.
Mira la sonrisa descarada tan cerca que le da un susto. Los ojos con un brillo afilado que sólo despejan a un odio inconsumable.
“Realmente eres patético, Macfield”.

Dennis despierta sudando y jadeando. Revisa por todos lados dónde está, que es en su cama iluminada con el sol de la tarde y está vestido. Traga y se acomoda la entrepierna para ver si tiene todavía la erección. Se cubre con la almohada aunque sabe que ya no la tiene, aunque sabe que la tuvo, y mira al otro extremo del cuarto, a Yuuri acomodando sus cartas con sumo aburrimiento.
“Yuuri” habla con la garganta seca “¿cuánto tiempo dormí?”
“¿Soy tu reloj biológico?” Responde sin verlo “No sé”.
Mierda. “¿Dije algo dormido?”
“Te dije que no sé. No me distraigas, Macfield, estoy ocupado”.
Dennis siente un profundo enojo, más lejano que el que sintió en sus sueños o pesadillas y empuña las manos. Se echa los rizos suaves para atrás, que se volvían a acomodar con gracia, y se levanta de la cama a la puerta.
“Voy a la fiesta. No me esperes despierto”.
Y lo último que Dennis ve son los ojos de asombro de Yuuri y el nacimiento de su miedo justificado. El arrepentimiento de haberse enamorado y creer tener la fuerza para confrontarlo.



Edited by Blossom - 21/10/2015, 21:56
 
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